Francia ha sido siempre un referente cultural en Europa. País de arraigada tradición artística, se ve convertida también en capital del cine cuando los hermanos Lumiére logran proyectar las primeras imágenes animadas en las que se muestran a unos obreros a la salida de la fábrica Lumiére. A partir de aquí y hasta el momento actual, el cine francés no ha hecho más que crecer y desarrollar una industria cinematográfica de gran calidad, para mí de las más interesantes de Europa.
Pero qué es lo que hace grande al cine francés? Sin duda la calidad de los directores que dejan su impronta en películas inolvidables que podemos visionar hoy en día sin que éstas hayan perdido un mínimo de encanto. Entre ellos se encuentra Jean Renoir, hombre clave en la historia de este cine, por sí mismo y por las posteriores influencias que ejercerá sobre aquellos que formaran después la Nouvelle Vague, y muy especialmente en Truffaut. “La Regla del juego” y “La gran Ilusión” entre otras, son obras maestras llenas de vida y humor, de sátira y de compromiso personal, de sabiduría y buen hacer. Desde aquí le declaro a este genio mi amor incondicional.
En los sesenta aparecen directores como Godard, Truffaut o Rhomer, que ante una necesidad de renovar el panorama cinematográfico nos ofrecen películas que sentaran las bases del cine moderno. Es lo que ellos llaman cine de autor.
De Eric Rhomer nos llegan obras como “La rodilla de Claire”, “Pauline en la playa”, sus “Cuentos morales” y muchas más. Todo en su obra es sencillo, cercano, claro y cotidiano y a la vez tremendamente espiritual. Ver una película suya es observar la vida desde una butaca en una sala de cine, toda una experiencia muy aconsejable.
Truffaut es autor de una de las mejores películas de la época: “Jules et Jim”, hermoso poema de amor y pasión con una actriz de raza como Jeanne Moreau.
Y echando ya una mirada al panorama más actual destaco la figura singular de Arnaud Desplechin, y dos de sus películas, “Cuento de Navidad” y “Reyes y Reina”. Ambas muy intensas, llenas de diálogos, situaciones disparatadas y grandes dosis de humor negro. La segunda termina con uno de los epílogos más bonitos vistos por mí en una pantalla.
Para terminar, y dejando atrás una lista interminable de grandes directores
daré unas claves que son comunes a todo el cine galo:
-la comida: no hay película que se precie en la que los personajes no se sienten varias veces a la mesa. La cultura culinaria como marco idóneo para desarrollar dramas y situaciones en el cine francés.
-los personajes hablan y hablan sin parar, debatiendo siempre sobre lo humano y lo divino.
-los niños son pequeños adultos, siempre tienen un peso específico grande y sorprende la madurez que muestran.
Todo esto y respecto al cine es lo que nos ofrece la culta, cínica y bienpensante Francia.
Sevilla, Marzo-2011
Fantástico, como siempre, buen tema y mejor redacción.
ResponderEliminary esclava ladina, añadiría yo, pero me gusta como adjetivas a nuestra vecina. Gracias por el artículo. Joan B.
ResponderEliminarQUE BUEN ARTICULO, CONCHA, VENTE CON NOSOTROS
ResponderEliminarPor qué habéis omitido parte del título? supongo que será un despiste, así que aclaro yo: CINE FRANCÉS: LUMIÉRE Y COMPAÑÍA.
ResponderEliminarGracias por los comentarios, un estímulo para seguir.
CONCHA
Está claro que dominas al cine, más incluso que él a nosotros. Me encantan tus artículos, conocedora consecuente de sus historias y el entusiasmo que transmites. Felicidades.
ResponderEliminarPollyanna
No soy seguidor de este tipo de cine, pero agradezco el artículo que me ha despertado suma curiosidad. Muy bueno.
ResponderEliminarAgustín L. Alés.
con que buenas películas francesas he disfrutado, he reido y me emocionado, has sabido resumir lo fundamental de este cine, gracias...
ResponderEliminarAPENAS HE VISTO CINE FRANCÉS, PERO A PARTIR DE AHORA VOY A VER MAS.ME GUSTA TU FACETA DE ESCRITORA, LO HACES MUY BIEN. UN BESO
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