jueves, 9 de junio de 2011

WOODY ALLEN, EL AMERICANO QUE MIRA A EUROPA

Por cómico que parezca, y aunque sus primeras obras vienen dadas por su admiración a la comedia americana de los Hermanos Marx o Bob Hope, Woody Allen gusta del cine, profundo, comprometido, y desde luego europeo. Tal y como ha declarado en numerosas ocasiones, las películas americanas que podía ver en su infancia eran puro entretenimiento, y descubrir un cine diferente, adulto e inteligente, que llegaba de Europa, supuso para él una “maravillosa experiencia”. Declarado su amor por Renoir, De Sica, Buñuel y Fellini entre otros, confiesa que quien más le emociona es Bergman. Este director sueco ha influido tanto en su obra, que a menudo vemos cómo hasta los diálogos pasan casi literalmente de una película a otra. Pero lo que es realmente interesante para él, (y esto es lo que interesa a Allen), es el interior de las personas y el lenguaje cinematográfico que utiliza para expresarlo. En “Annie Hall” vemos un relato donde el protagonista realiza un viaje al pasado intentando buscar las respuestas de un presente que le atormenta, algo  puramente bergmiano y tema que va a retomar posteriormente (“Otra mujer”, “Alice”, “Delitos y faltas”…).
En “Interiores” la presencia de Bergman será absoluta, no sólo se hacen referencias visuales, sino que realizará una obra de ensayo sobre la muerte, la incomunicación, la religión,  lo más recóndito del alma humana y, en definitiva, sobre todo aquello tan presente en el universo de Bergman. Los personajes masculinos se nos muestran moralmente deshechos y atormentados, mientras las mujeres son fuertes y de gran personalidad. Todo, incluso la fotografía, es realizada al más puro estilo del autor sueco.
“Hannah y sus hermanas” es también un homenaje a todo ese mundo. La relación de tres hermanas muy diferentes entre sí y que ocultan bajo una apariencia normal, se preguntan una y otra vez sobre las grandes tragedias humanas y el sentido de la vida. Reflexionar sobre los valores espirituales, la fe y  los sentimientos es lo verdaderamente importante. También muestra admiración por los pensadores europeos, dejando entrever en esta ocasión a Camus, quien pensaba que la vida era absurda, pero que requería de esfuerzos para mejorarse. De otro lado, hay también referencias concretas a “Fanny y Alexander”. La película comienza y acaba de la misma manera, con una celebración familiar, además aparece Max Von Sydow, uno de los actores fetiches de Bergman.
La sombra de este autor va a alargarse aún más, y así  nos llega “La Comedia Sexual de Una Noche de Verano”,  que estará a medio camino entre la obra de Shakespeare  y “Las Sonrisas de Una Noche de Verano” (Bergman, 1955). Ambas tienen un argumento similar, se desarrollan en verano, en una casa de campo y nos presenta a tres parejas y sus muchos líos emocionales. El final es puro Bergman al ser los personajes conducidos a un camino sin retorno.
“Septiembre” se lo debe todo a “Sonata de Otoño” (Bergman, 1978). Las semejanzas entre ambas son evidentes. Las dos son un drama psicológico que nos muestra a una madre que ha sacrificado el amor de su hija a favor de su carrera profesional. La desunión familiar, el rencor y el trauma del pasado son los temas que componen esta historia. La personalidad de los personajes es tan similar como la propia estética que usan (misma ropa, mismas gafas…).
En “Otra mujer”, Woody Allen va más lejos en su “homenaje” al director sueco; en esta ocasión el modelo a imitar será “Fresas Salvajes”. Ambas son iguales tanto en el tema como en la técnica, siendo tremendamente significativo el hecho de que comiencen de la misma manera: monólogo del personaje principal, fundido a negro y comienzo de los títulos de crédito.
Este amor a Bergman se seguirá viendo a lo largo de la extensa filmografía de Allen, quien también se declara admirador de Fellini, su modelo a seguir  en obras como “Recuerdos”, “Alice” y “Días de Radio”. La primera sigue la trama de “Ocho y Medio” y hace una reflexión sobre un cómico que ya no tiene ganas de reírse y que no es otro que el propio director americano, mientras que Alice es la Giulietta felliniana  de “Giulietta y los Espíritus”.
Pero el “copiador” también será copiado, y a su vez todo este cine va a ejercer influencias sobre nuevos creadores del panorama actual, pero esto ya es otro tema.



                                            Sevilla, Junio-2011

4 comentarios:

  1. Se nota el entiendimiento en cine de quien lo escribe, además del amor que siente por lo que hace. Muy buen artículo, y mejores comparaciones. Espero el próximo. Sigue así, continúa.

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  2. dónde estaba la SGAE, cuando, en su "Dias de Radio" el señor Allen, se basó intensamente en la peli homónoma española "Dias de Radio". Me gusta Allen, soy europeo, conecta con esa base del victimismo glorioso, asumido, eso pienso hoy, pero podría pensar distinto; nada que ver con ese "sueño americano" ¡qué pesadilla!

    Sinan Gelino Fons

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  3. Sin embargo, Allen no "importó" a sus películas la quietud y en muchos casos el culto al silencio y la parsimonia de muchas de las películas de Bergman ("Gritos y Susurros", v. gr.), sino todo lo contrario, en muchas películas del americano son habituales los movimientos de cámara que manifiestan todo lo contrario ¿Por qué?. Woody Allen mira a Europa, pero... ¿A dónde miraban esos europeos a los que él "rendía homenaje"?

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  4. Muy interesante artículo y hermosa influencia la que tan buenos directores europeos pueden ejercer en el cine americano.

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